lunes, 26 de noviembre de 2007

Hors de prix



Como pasa con frecuencia, el cine y la moda forman una pareja perfecta. Porque la ropa que usa un personaje lo ayuda a definirse. Porque su estilo se desarrolla a través de un marco gestual y de actitudes que, muchas veces se apoyan en el vestuario.


No voy a hablar de los típicos personajes que hicieron de la moda su mejor amante, pero sí voy a mencionar el peso que el buen vestir hace sobre esta comedia francesa, Hors de Prix (Mujer de lujo es el título en castellano).


A mí me gustó la peli pero, sobre todo, quedé fascinada con la historia pararlela que narraba la moda. Más precisamente la relación de la protagonista con los "trapitos" que la vestían. Como miles de mujeres, Irène (personaje de Audrey Tatou) mantenía una indiscreta relación con los zapatos y vestidos que compraba de forma compulsiva. Su mayor ambición era vivir una vida de lujo. El primer atajo a esa vida era llevar un estilo sofisiticado las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
Es inexplicable la sensación que produce el hecho de llegar a tu casa con un manojo de bolsas con diseños prestigiosos en su interior. En un momento parece idílico estar en la piel de Irène. Pero sólo por un momento. La necesidad de vestir y calzar bien también es algo que se agota en sí misma y que, en exceso, crea un vacío. Y el personaje principal lo experimenta.
Si tienen la oportunidad mírenla, es divertida y pintoresca; y sino pregúntenle a publi que también la vio.



domingo, 11 de noviembre de 2007


Las atemporales fotos de Vogue.
Gracias Emma por el link.

sábado, 10 de noviembre de 2007

Desnudar la moda


Como saben tengo un romance con la moda y las corrientes estéticas desde el día en que nací. La belleza que emite la creatividad de un artista o diseñador muchas veces me cautiva. Pero hoy agradezco mil veces que esa no sea un forma arbitraria de observar en mí.


Concretamente, mientras veía un desfile en la tele, que mostraba modelos de ropa sofisticada y elegante cambié de canal para encontrarme con una realidad totalmente opuesta: un programa en un canal uruguayo que mostraba un día en la vida de una familia del campo. Donde ni la moda y, mucho menos la estética existen. Donde la belleza está en la autenticidad de la gente y las miradas sencillas que, pocas veces se enfocan en las prendas. Si bien hay también un claro estilo de vestimenta campestre que la mayoría respeta.


El periodista entrevistó a una mujer joven dedicada a la casa y al telar, en tiempos de celulares Dolce & Gabanna y jeans por $7.000, ella vive feliz en un verde colosal y siempre bienvenido temporada tras temporada. Es la cualidad de aquello que es original.


Claro está que seguiré publicando sobre mi primer amor, aquí en modabianca, aunque en el fondo sepa que la mayor expresión de belleza rechaza todo maquillaje, ornamento y vestidura. Ya no volví a mirar el desfile. Cambié a la mujer que parece levitar en la pasarela por la mujer anclada en su tierra. Y sentí que, de tanto en tanto es necesario desnudar la moda.

Melenas y no tanto


Ha vuelto el corte bob. Desde la exitosísima cantante de R&B, Rihanna (en la foto, a la derecha) hasta Victoria Beckham, Katie Holmes (la esposa de Tom Cruise), Nicole Richtie, la modelo argentina Florencia Gómez Córdoba, entre otras.

A finales del 2006 vi cómo tímidamente se imponía el corte bob en algunas ex- melenudas figuras del canal E! y ya imaginé que el furor no tardaría en contagiarse en más de una starlett norteamericana.
Este look se remonta a los años 1920-30 y evoca una imagen siempre exitosa de una mujer masculinizada y atrevida, aunque infantil y delicada.
Se trata de un cambio drástico para una cabellera contundente pero, luego que se animan dos o tres, qué más da. Y eso que es frecuente escuchar que sólo las mujeres con personalidad fuerte y decidida pueden llevar el pelo corto. Seguro que expresa mucho más de lo que parece. O no, y sólo sea moda pura y dura.

Las caras femeninas gozan de un marco perfecto, gracias al bob y un buen brushing o blow-drying como las americanas lo llaman. Ha vuelto el bob y con él, una imagen cada vez más audaz de una mujer que pisa asfalto con tacones y cabeza (y cuello) en alto.