Como pasa con frecuencia, el cine y la moda forman una pareja perfecta. Porque la ropa que usa un personaje lo ayuda a definirse. Porque su estilo se desarrolla a través de un marco gestual y de actitudes que, muchas veces se apoyan en el vestuario.
No voy a hablar de los típicos personajes que hicieron de la moda su mejor amante, pero sí voy a mencionar el peso que el buen vestir hace sobre esta comedia francesa, Hors de Prix (Mujer de lujo es el título en castellano).
A mí me gustó la peli pero, sobre todo, quedé fascinada con la historia pararlela que narraba la moda. Más precisamente la relación de la protagonista con los "trapitos" que la vestían. Como miles de mujeres, Irène (personaje de Audrey Tatou) mantenía una indiscreta relación con los zapatos y vestidos que compraba de forma compulsiva. Su mayor ambición era vivir una vida de lujo. El primer atajo a esa vida era llevar un estilo sofisiticado las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
Es inexplicable la sensación que produce el hecho de llegar a tu casa con un manojo de bolsas con diseños prestigiosos en su interior. En un momento parece idílico estar en la piel de Irène. Pero sólo por un momento. La necesidad de vestir y calzar bien también es algo que se agota en sí misma y que, en exceso, crea un vacío. Y el personaje principal lo experimenta.
Si tienen la oportunidad mírenla, es divertida y pintoresca; y sino pregúntenle a publi que también la vio.